Esta técnica puede ser usada tanto en pacientes con obesidad extrema como en aquellos que evidencian grados de obesidad menor.
Los posibles candidatos para esta operación son aquellos que poseen un índice de masa corporal (IMC) mayor a 40. Es decir, es recomendable para personas con más de 40 kilos de sobrepeso.
También en quienes poseen un IMC superior a 30 y que cuentan con una enfermedad asociada, como presión alta, diabetes, apnea del sueño o síndrome metabólico.
Como requisito, el paciente debe tener entre 18 y 60 años, aunque también es una técnica ideal para algunos adolescentes que en casos especiales; no debe poseer enfermedades psiquiátricas ni presentar adicción al alcohol o las drogas.
Esta técnica no tiene fines estéticos, debido a que esta cirugía sólo se realiza por indicación médica, puesto que su propósito es sacar al paciente de un rango de obesidad severa y/o mórbida que se traduce en una mala calidad de vida y la pone en riesgo.
Este procedimiento también ayuda a curar o mejorar una serie de enfermedades metabólicas. Por ejemplo, un diabético obeso que soluciona el problema de sobrepeso puede terminar con su diabetes y deja de tomar medicamentos o insulina. Lo mismo ocurre con la presión alta y la apnea del sueño, padecimientos que mejoran entre un 90 y 80% respectivamente.
• Se remueve la porción del estómago que produce la ghrelina (hormona del apetito).
• El estómago es reducido en volumen, pero funciona normalmente.
• No hay bypass intestinal y los riesgos de deficiencia nutricional disminuyen.
• Es la técnica más segura para combatir la obesidad con IMC mayor de 40.
• Tiene una rápida recuperación, pues la mayoría de los pacientes son dados de alta entre el segundo y tercer día.